Entrevista a Paola Salazar, antropóloga del Centro de Investigación y
Conservación del Patrimonio Cultural del MCJ
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Volvamos a practicar las tradiciones
navideñas que evocan la identidad costarricense
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San José, 21 de diciembre de 2016. A pocos días de Navidad los hogares
costarricenses se preparan para la celebración. La casa luce adornada, por lo
general, de rojo, verde y dorado; no falta el árbol y, tal vez, también esté
el "pasito". Ya se piensa en las compras para la cena navideña: la pierna de
cerdo, el puré, la ensalada... y los tamales, idealmente hechos en casa, y si
no, comprados, están en el refrigerador.
Las prácticas para
celebrar la Navidad de los costarricenses han ido cambiando con los años y
cada vez hay menos espacios de convivencia, de unión familiar y de encuentro
entre amigos, en una época que, precisamente, tiene este sentido. El mejor
ejemplo, tal vez, es la preparación de los tamales; un rito en que participa
toda la familia, desde los abuelos a los más pequeños, cada quien en una tarea
de la producción en cadena. Unos limpian hojas, otros ponen el arroz, el
chile, la zanahoria, alguno amarra; todos comparten.
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Hoy día el tiempo y los
recursos no alcanzan para tan laborioso proceso y es mejor comprar unos
cuantos hechos, porque Navidad sin comerse un tamal no es Navidad. Son pocos
y no alcanzan para intercambiar con la tía, ni con el vecino. Algo similar
sucede con el portal, en cuya elaboración también solía participar toda la
familia, y son muy pocos los Rezos del Niño.
Muchas de las
auténticas tradiciones están desapareciendo porque fueron sustituidas por
otras foráneas: el árbol está en el que era el lugar del "pasito", Santa le
quitó su puesto hace tiempo al Niño Dios y nuevas comidas y sabores toman su
lugar en la mesa costarricense.
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Con el fin de llamar la atención sobre la práctica de tradiciones de la
época que son parte de una herencia cultural arraigada en la mayoría de la
población y, por tanto, manifestaciones que identifican al costarricense, la
Oficina de Prensa y Comunicación conversó con Paola Salazar Arce, antropóloga
del Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural (CICPC),
programa del Ministerio de Cultura y Juventud. En adelante la entrevista.
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-¿Cuáles tradiciones de la Navidad son parte
de nuestra herencia cultural?
Costa Rica es un pueblo en el predomina la religión católica, lo cual se
evidencia con mayor devoción en la época navideña, en donde se le rinde
tributo al nacimiento del Niño Dios. En la mayor parte de las casas se designa
un espacio para la ubicación y elaboración del portal. Esta actividad también
se acompaña de la elaboración de platillos propios de época y se culmina con
el rezo al Niño. Estos son elementos propios de nuestra identidad cultural.
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-¿Qué tanto esas prácticas nos
identifican como costarricenses?
En primera instancia, es necesario mencionar que las distintas
comunidades costarricenses poseen identidades locales y regionales, que dan
sentido a la identidad nacional. La época navideña trae consigo diferentes
prácticas ya sean en comidas tradicionales, ritos religiosos, fiestas que
integran el nacimiento del Niño con las celebraciones de final y principio de
año, que al ser recurrentes en el tiempo, moldean la identidad costarricense
y, por ende, el patrimonio cultural inmaterial.
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- ¿Nos identifican mejor las prácticas de
celebración de la Navidad de antaño que las actuales?
Dado que la cultura se mantiene en constante cambio, no necesariamente
las prácticas de antaño y las actuales deben ser opuestas, debido a que la
cultura es la reinvención y la adaptación que hacemos a todos los cambios
socioculturales a los cuales estamos expuestos. Es un proceso de convivencia
entre las representaciones sociales y modelos de crianza que portamos como
costarricenses y los procesos de transformación globales que enfrentamos
cotidianamente.
La Navidad con sus ritos religiosos, sus comidas tradicionales, entre
otras prácticas, es una forma de mantener la esencia de la tradición, que a
su vez genera unión familiar en un ambiente festivo que abarca y transciende
a la dinámica social de la época. Por ejemplo, se genera una sinergia de
actividades que proporcionan sentido de alegría y regocijo, como: las
posadas, las cofradías a nivel regional, las corridas de toros a la tica, el
carnaval de San José, el Festival de la Luz en San José, las denominadas
fiestas de San José, entre otros.
-¿Podemos entonces convivir sin problema
con San Nicolás y el arbolito?
No estamos ajenos a estas prácticas, porque estamos en contacto
permanente con el comercio y el sistema de producción vigente, entonces
siempre va a existir una transculturación. Es necesario aportar insumos,
primero desde el hogar y luego desde el sistema educativo, para que el niño
sea capaz de distinguir y convivir entre lo propio y lo ajeno a su cultura.
- ¿Cuál es la importancia de la
gastronomía dentro de las celebraciones navideñas?
Al ser la gastronomía un elemento fundamental del patrimonio cultural
inmaterial es de suma importancia en las celebraciones navideñas porque es a
partir de los sabores, del gusto, los olores, incluso desde la preparación de
los alimentos, que se evocan momentos, tanto en la memoria colectiva, como en
la memoria individual. La persona va a recordar su esencia y, posteriormente,
va a procurar revitalizar esos espacios porque son los que lo hacen parte de
un grupo, desde una familia hasta un grupo social, como cuando entre un grupo
de amigos o familiares se comparten anécdotas que se generan a partir de esos
espacios de convivencia; este es otro de los puntos fundamentales. Al fin y
al cabo, el patrimonio cultural inmaterial es eso: la gente haciendo cultura,
conviviendo y compartiendo. No se sostiene si no es por la práctica
constante, la revitalización y el compartir.
- ¿Qué influencias tiene la gastronomía
costarricense y en especial los platillos navideños? ¿Hay que diferenciar
entre antes y ahora?
Entre los platillos que sobresalen en esta época navideña están los
tamales. Este plato tradicional es resultado de un proceso de intercambio
cultural de un pueblo acostumbrado desde tiempos prehispánicos al uso del
maíz y que se ha ido enriqueciendo a partir de los cambios. Por ejemplo, hoy
día hay gente que le incorpora otros ingredientes como: pasas, aceitunas,
ciruelas, huevo duro; todo esto que parece ser muy mediterráneo. Además, hay
familias que acostumbran la elaboración de tamales de pollo o que incorporan
tanto la carne de cerdo como de pollo a la preparación. Por otro lado, a la
pierna de cerdo le ponen salsa con ciruelas o arándanos, que es más
norteamericano y propio del Día de Acción de Gracias. Como postre el queque
navideño de muy reciente elaboración -de unos 20 años para acá-, incorporó a
la época nuevos sabores y olores, entonces, ahí se ve la diferencia entre el
antes, donde no acostumbrábamos esos sabores, y el ahora, y cómo cambia el
gusto.
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- ¿Cuáles son las bebidas y comidas más
tradicionales de la época navideña?
El rompope, también llamado ponche, es muy tradicional de la época.
Anteriormente, en lugar de comprarlo hecho, siempre se preparaba en el hogar,
recuerdo que en la casa de mi abuela y otras casas lo preparaban, incluso
transciende la época navideña y llega consumirse en el rezo del Niño. Entre
las comidas tradicionales, como mencioné, están el tamal de cerdo y otros
platillos a base de cerdo como: arroz con cerdo, gallos de frito, morongas,
vigorón, pierna al horno, carne al humo, carne asada, entre otros; además de
pollo preparado en diversas formas como: relleno, achotado, en salsa de
tomate, asado y gallina sudada con papas.
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-¿Por qué razón cree que la preparación y
el consumo de tamales son tan populares entre los costarricenses?
El tamal es sinónimo de Navidad por el fenómeno de la evocación. ¿Qué nos
evoca? A la abuela, la cocina, un momento de la infancia, calor de hogar y
demás. Como decía, la preparación de los tamales es un espacio para la
convivencia familiar y social. Es un evento que convoca a las familias y
amigos en torno a la mesa, a la limpieza de las hojas, picar los vegetales,
llevar el maíz al molino, preparar la masa con la papa -hay gente que
acostumbra colarla con una manta para que quede más fina-, incluso el
intercambio de tamales entre familias, porque los ingredientes o el aliño que
le dan es diferente.
Toda esta preparación y el posterior consumo, es un evento de cohesión,
de socialización y unión familiar, lo que está asociado con la época. Esto se
ha perdido, porque son pocas las familias que mantienen la preparación en el
hogar. El comercio provee de lugares donde hacen el tamal y nos ahorran la
inversión de tiempo de todo ese proceso, nos limitamos a comprarlos hechos y
ahí se trunca el trueque y el compartir.
-¿Es importante para nuestra sociedad
revitalizar esas tradiciones?
Sí es importante revitalizarlas y la forma de hacerlo es desde los
núcleos familiares, porque es desde las familias donde uno tiene el primer
grupo social de contacto, la primera unidad social con la cual uno se
interrelaciona. En los primeros seis años de vida uno absorbe todas esas
creencias y representaciones respecto a la cultura y a la sociedad donde se
está inmerso, entonces, el hogar es el elemento fundamental para esa
revitalización, a partir de ahí el sistema educativo sería el otro elemento
para fortalecer la identidad.
Volvamos a practicar todas estas formas de compartir de las tradiciones
navideñas que permiten evocar nuestra identidad costarricense, nuestro
terruño y que son parte del acervo cultural propio de este país.
Acceda a las publicaciones de cocina
tradicional costarricense del CICPC siguiendo el enlace:
http://tinyurl.com/hzrhh52 tel.: 2010-7402
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Producción y fotografías - Oficina de
Prensa - MCJ / Consecutivo 520 / LLV / 21-12-2016
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